Nidos de tortugas en la Costa del Sol
Las tortugas ponen sus nidos en la Costa del Sol ante el recalentamiento del mar por el Cambio Climático
Un proyecto de ciencia ciudadana en el que participa la Estación Biológica de Doñana anima a detectar nidos de tortugas cada vez más frecuentes en la costa española por el calentamiento del Mediterráneo oriental.
Ocurrió la noche del 3 al 4 de agosto de 2020: una tortuga boba decidió hacer un nido y dejar allí a su descendencia en la playa de Los Boliches de la localidad malagueña de Fuengirola, en el corazón de la Costa del Sol. Nunca se había documentado un anidamiento tan al occidente del Mediterráneo, esto es un efecto más del cambio climático.
Las aguas del Mediterráneo oriental están elevando su temperatura y las tortugas, animales muy sensibles a estos cambios, cada vez se dejan ver más por las costas españolas, lo que ha llevado a la puesta en marcha de un proyecto (en el que participan la plataforma de ciencia ciudadana marina Observadores del Mar y la Estación Biológica de Doñana) para notificar cualquier avistamiento de nidos y dar a conocer cómo actuar en estos casos.
En el siglo XX solo hay descrito un par de casos de anidamientos de tortugas, mientras que en la primera década del XXI se pasó a hasta tres casos al año. La explosión se ha producido ya en la segunda década de la actual centuria, a razón de entre 10 y 15 anidamientos anuales; de ahí este proyecto Tortugas Marinas, que persigue la detección a tiempo para proteger unos nidos que son muy sensibles y en el que también colaboran la Plataforma Española de Tortugas Marinas y varios expertos de todas las comunidades autónomas españolas costeras.
Búsqueda de aguas más frías
“Es evidente que las tortugas se están moviendo y buscando aguas más frías”, prosigue Adolfo Marco Llorente, investigador de la Estación Biológica, que apunta que, al igual que en el Mediterráneo oriental, las playas y el mar se están calentando también en Cabo Verde, donde están las colonias más importantes de anidación. “Esto está provocando serios problemas de muerte de huevos por calor y una preocupante falta de machos”; ya que la temperatura durante la gestación determina el sexo de unos animales que, como reptiles que son, precisan de entornos más fríos. Así que la cuestión es preocupante, pero se notará de verdad “dentro de 20 o 30 años”.
Cada vez más rumbo a poniente
“Al ser reptiles tienen temperaturas que no pueden regular solas, por eso el ambiente tiene que ser muy estable”; de ahí que cada vez se asomen más para desovar a las playas del Mediterráneo occidental, en el que el termómetro alcanza valores similares a los que tenía la zona oriental hace tres décadas. “Hablamos de un grado de diferencia, de algo muy fino, pero eso les afecta mucho porque su metabolismo es así”, explica Llorente.
Al final los acontecimientos se van precipitando con un efecto dominó. Las tortugas (que pueden venir de Cabo Verde y Florida) hacen un enorme periplo para poner sus huevos principalmente en arenas de Turquía, Grecia, Egipto o Libia, pero hace unos años los nidos empezaron a ser cada vez más frecuentes en Italia y ahora es el turno de España. De todos modos, “lo de Fuengirola hace dos años fue una sorpresa porque creíamos que iban a tardar más en llegar aquí”, hasta entonces los anidamientos más occidentales se habían localizado en Almería. Todo apunta a que esto será más frecuente a partir de ahora, y si las cosas siguen así (el Mediterráneo ha encadenado este verano varias olas de calor marino “sin precedentes”) “lo siguiente será que empiecen a aparecer por el Golfo de Cádiz” para dejar a su descendencia.
Proyecto
El proyecto que ahora arranca busca poner de manifiesto la importancia de comunicar a la ciudadanía cómo actuar ante estos casos porque “en España no tenemos experiencia en estos casos” y así reforzar la seguridad de los nidos, “muy frágiles, pero muy fáciles de proteger si se localizan”. El problema, como ocurrió en Fuengirola, es que pueden desovar muy cerca del agua con el consiguiente riesgo de inundación, por no hablar de playas turísticas con un uso muy intensivo que aumentan los riesgos de un proceso ya de por sí muy delicado: bañistas, perros que escarban, sombrillas, vehículos… En el caso de la Costa del Sol, los huevos se repartieron, unos fueron a un nido que se hizo en otra playa más tranquila y otros acabaron en incubadoras.
Con el proyecto de ciencia ciudadana que ahora arranca, cualquier persona puede enviar una imagen o información sobre tortugas marinas avistadas en el mar o en la playa. Eso sí, es muy importante comunicar de manera urgente al 112 el avistamiento de algún rastro de crías en la playa o de una hembra intentando desovar para emprender medidas para su protección. En la web de Observadores del Mar, los usuarios pueden acceder también a un manual de identificación de especies y a distintos recursos para saber cómo actuar cuando se produzca un encuentro con estas especies.
“Limpian el mar de plagas”
En el mundo existen siete especies de tortugas marinas en el mundo, de las cuales seis se pueden observar en España, aunque las más frecuentes son la boba (Caretta caretta) y la laúd (Dermochelys coriacea). Su vida no es precisamente fácil; ya que las amenazas no dejan de crecer en un mar con cada vez más elementos hostiles: anzuelos, mallas, plásticos, embarcaciones con las que pueden colisionar… Así que la mayoría de las especies están en peligro, lo que ha encendido las alarmas para proteger a unos animales que convivieron con los dinosaurios (aunque entonces tenían un tamaño descomunal) y que juegan un papel clave como garantes de biodiversidad. “Limpian el mar de plagas”, subraya Adolfo Marco, ya que se alimentan de peces heridos, enfermos e incluso muertos, y además en diez días son capaces de comerse hasta 900 kilos de medusas.